La complejidad y especialización necesarias para conocer en profundidad el maravilloso mundo de los aceites esenciales ha hecho que se creen todo tipo de equívocos e incluso mitos, que han dado lugar a todo tipo de prejuicios, errores y, sobre todo, a desconocer el verdadero potencial de esta terapia.
Unas veces de forma inconsciente y muchas de manera intencionada para encubrir oscuros intereses personales y comerciales, se ha dado todo tipo de desinformación al profesional, lo que le ha impedido el ejercicio neutral y efectivo de una Aromaterapia moderna y seria.
Nuestro objetivo personal es ofrecer de forma transparente información real sobre la Aromaterapia, siendo conscientes de que hay mucho que aprender y que descubrir en esta joven disciplina.
Mito 1: “La Aromaterapia es peligrosa”
En los años 80 se comenzó a investigar de forma muy seria la relación entre la composición química de los aceites esenciales y sus propiedades terapéuticas.
Se descubrió que los aceites esenciales son sustancias muy complejas, compuestas por decenas o centenares de componentes químicos.
Algunos de los componentes químicos de algunos aceites esenciales, aislados y aplicados en determinadas dosis, son tóxicos o peligrosos para la salud.
Algunas plantas medicinales (digital, acónito) son muy peligrosas si se ingieren en determinadas dosis, mientras que en dosis bajas poseen un efecto medicinal y, de hecho, se emplean de forma terapéutica.
Con los aceites esenciales susceptibles de ser peligrosos, sucede lo mismo. De cualquier modo, desde los 80’s, las empresas serias de Aromaterapia y las Escuelas e Institutos internacionales, no aplican aceites esenciales tóxicos en sus tratamientos de Aromaterapia.
Las dosis de aceites esenciales empleados en los tratamientos por vía externa son muy bajas, y es prácticamente imposible que puedan intoxicar a alguien (salvo que el aceite esencial esté contaminado, adulterado o corresponda a aromas químicos que se venden como tales).
El problema de toxicidad siempre está en la ingestión de aceites esenciales (forma de Aromaterapia originaria de Francia), que sólo deberían administrar médicos o aromaterapeutas formados adecuadamente.
En nuestro país, la mayor parte de los médicos desconoce las posibilidades terapéuticas de los aceites esenciales y hay muy pocos profesionales naturópatas que las dominen. La formación en Aromatólogos/as que intentamos implantar desde hace años está comenzando a dar sus frutos (2016).
Por lo tanto, el único y mayor peligro de la Aromaterapia es la ignorancia!
Mito 2: “Los aceites esenciales tienen propiedades mágicas”
Es difícil resistirse a la “magia” de los aceites esenciales, como es difícil resistirse a la belleza de la Naturaleza. Por su carácter invisible y por el desconocimiento del sentido del olfato, hasta hace relativamente poco tiempo, se consideraban “mágicas” las propiedades de los aromas y aceites esenciales.
Las investigaciones sobre el sentido del olfato, la olfacción y el efecto que los aromas ejercen sobre el cerebro del ser humano, poco a poco arrojan luz sobre su funcionamiento.
La ciencia corrobora que ciertos aceites esenciales tienen efectos sedantes, estimulantes o que refuerzan el aprendizaje o la memoria, simplemente oliéndolos.
Sería una pena dejar pasar de largo una terapia tan interesante por caer en los tópicos esotéricos y fáciles, que en ocasiones rodean a todas las terapias complementarias.
La magia de la Aromaterapia no es ni más ni menos que la magia de la Vida y de la Naturaleza (que es mucha).
Mito 3: “Cualquier cosa que huela tiene un efecto aromaterapéutico”
Tal como entendemos la Aromaterapia hoy en día, esto no es así. Nosotros sólo trabajamos con aceites esenciales vegetales y puros.
Otros tipos de sustancias aromáticas (empleadas de forma industrial desde perfumes a ambientadores), no se consideran sustancias válidas para Aromaterapia por ninguna Escuela medianamente seria en todo el mundo.
La gran industria de la perfumería sintética ha creado el término “aromacología” para designar a este tipo de productos aromáticos que dicen tener efectos relajantes, dar sensación de bienestar, etc., alejándose del concepto armonizador y terapéutico de la Aromaterapia y de la calidad de las materias primas naturales empleadas.
Las esencias reconstituidas también entran dentro de este concepto industrial ajeno a la Aromaterapia.
Mito 4: “Las esencias reconstituidas tienen una efectividad alta y son más baratas que los aceites esenciales puros”
El empleo de reconstituciones (copias a base de materias primas sintéticas o naturales de aromas y aceites esenciales) es perfectamente válido en la industria de la perfumería y cosmética, ya que los productos elaborados con ellas siempre deben tener el mismo olor y características.
Son mucho más baratas que los aceites esenciales, pero no les llegan ni a la suela de los zapatos en cuanto a efectividad.
Un aceite esencial es el producto de un proceso evolutivo de un ser (la planta) de miles o millones de años, es un producto equilibrado que tiene un potencial armonizador y terapéutico para el ser humano.
Una reconstitución es el trabajo (mejor o peor logrado, hay de todo), de un químico, que pretende “capturar” los rasgos principales de un aroma, y copiarlo al máximo de sus posibilidades, empleando cualquier materia prima natural o sintética (el precio es muy importante) que legalmente pueda usar.
El desarrollo de la química moderna tiene unos 100 años… ¿frente a cuantos años de evolución del planeta? Nadie ha podido demostrar científicamente que un reconstituido tenga aplicaciones similares a un aceite esencial puro, y no es cierto que las reconstituciones se hagan sólo con materias primas naturales.
La Aromaterapia más avanzada científicamente en estos momentos (Francia), aborrece el uso de este tipo de preparados y advierte de los efectos secundarios indeseables que tienen en muchas ocasiones.
Conclusión:
La Aromaterapia aplicada seriamente no emplea reconstituidos en sus tratamientos. Los reconstituidos son sólo aceptables en perfumería y cosmética.
Mito 5: “Para ambientar el hogar o el trabajo ya me va bien una esencia sintética de baja calidad”
El desconocimiento e insensibilización progresiva de nuestro sentido del olfato, hace que no caigamos en la cuenta de que todo lo que olemos transmite un mensaje a nuestro cerebro y tiene un efecto sobre la mente y el cuerpo.
Si olemos un aceite esencial puro, estamos introduciendo una información válida y armonizadora para el organismo, que la empleará en la medida que le sirva.
Si olemos un aroma sintético, y la fórmula es cuidada y armónica, puede tener un efecto positivo sobre el organismo, de hecho ésta es la base de la alta perfumería, conseguir respuestas de atracción a través del olfato.
El problema está en los “aromas basura”, esencias de muy baja calidad y muy bajo precio, elaboradas con productos químicos muy potentes, con gran poder de fijación y aroma muy intenso, que suelen provocarnos todo tipo de trastornos: molestias, dolores de cabeza, alergias, etc.
Estos aromas son, sobre todo, especialmente insidiosos en ambientadores, productos de limpieza, detergentes y aromas alimentarios.
Actualmente están ocasionando cada día más problemas desde que se han puesto de moda los “aromas corporativos” en tiendas y locales comerciales de todo tipo. Algunos trabajadores se niegan a tener que respirar durante toda una jornada laboral ese tipo de fragancias que les ocasionan dolores de cabeza, jaquecas, molestias respiratorias e irritan emocionalmente.
En el ámbito profesional de la Aromaterapia, se encuentran en infinidad de gamas de “esencias naturales”, “ambientadores naturales” –típico botecito con esponja-, inciensos, perfumes, etc.
Cuando el olfato se educa por fin con aceites esenciales puros, al cabo de poco tiempo puede distinguirse entre calidades y se es muy selectivo con lo que se quiere oler.
Conclusión:
Es mejor para la salud usar un aceite esencial puro en pequeñas cantidades que un “aroma basura” barato en grandes cantidades.
Asimismo, los principales errores que encontramos en la práctica de la Aromaterapia son:
- Desconocimiento del nombre botánico del aceite esencial a emplear.
- Desconocimiento de la parte de la planta usada en el caso de plantas que producen más de una aceite esencial (por ejemplo, de la cáscara del fruto, de la hoja y de la flor -naranjo amargo-; de la corteza y de la hoja –canela-, etc.).
- Desconocimiento del quimiotipo (componente químico mayoritario) en los casos en que se precisa conocerlo.
- Desconocimiento de la procedencia y calidad de la sustancia empleada (pura, diluida, adulterada…).
- Creencia de que los aceites esenciales actúan mejor si son ingeridos que si son aplicados de forma tópica (no necesariamente ha de ser así).
- Desconocimiento de las contraindicaciones de algunos aceites esenciales: alérgicos, asmáticos, bebés, embarazadas, pieles sensibles, exposición al sol (algunos son fotosensibilizantes).
- Identificación de las propiedades de la planta con las del aceite esencial: no necesariamente son las mismas.
- Confusión entre esencias, aceites esenciales, esencias florales (sistema Bach y otros), aceites vegetales…, con interpolación de dosis y aplicaciones terapéuticas que no son obligatoriamente las mismas.
- Desconocimiento de las formas de aplicación correctas.
- Escaso éxito terapéutico por aplicaciones inadecuadas (falta de formación profesional)
Si nos damos cuenta, casi todos los errores que se cometen podrían subsanarse con la adecuada formación seria e imparcial.
Un profesional informado y bien formado, no ha de tener ningún problema en el uso de la Aromaterapia, sino todo tipo de satisfacciones y recompensas personales y materiales…