Los Excipientes ideales de los Aceites Esenciales

Aunque los aceites esenciales de calidad pueden, en la mayoría de los casos aplicarse en estado puro sobre la piel o en la boca para una resorción tan eficaz como rápida, se recomienda con frecuencia que se diluyan para hacer más agradable la ingesta o la aplicación, sobre todo si el paciente es un niño o una persona con una gran sensibilidad cutánea.

Los consistentes recomendables son: el agua, los aceites vegetales, la miel, las soluciones alcohólicas, la arcilla, los geles, las cremas, las bases para aceites de baño, los champús, el sirope de arce, el azúcar de caña y los comprimidos neutros.

El agua: recuerda que el aceite esencial puro, natural e integral nunca se mezcla con el agua. Es precisamente por esta razón que se consigue extraer la esencia de la planta aromática con la destilación por arrastre de vapor de agua. Si desea utilizar este consistente para darse un baño aromático o para ingerir un aceite esencial, tendrá que utilizar siempre un dispersante adecuado (Disper, Labrafil, Labrasol…) en dosis cuatro veces superiores a la cantidad de aceite esencial que se quiera emulsionar.

Con demasiada frecuencia el consumidor cree, erróneamente, que puede añadir sin consecuencias aceites esenciales a su baño sin mayores precauciones. ¡Falso! Aunque es cierto que la lavanda no provoca ningún daño, el resultado será muy distinto si elegimos la canela, por ejemplo, un aceite muy apreciado. Este aceite esencial de efectos benéficos notables, si no se añade dispersante, flotará sobre un agua a 40 °C y estará en contacto directo (en estado puro) con el primer dedo del pie que introduzcamos en el agua. La quemadura será inmediata, aunque no grave, ya que este aceite esencial es dermocáustico (agresivo para la piel y las mucosas), mientras que el uso de un dispersante nos habría permitido beneficiarnos de todas sus propiedades. Lo mismo sucede si la intención es añadir aceites esenciales al té, a la tisana o a la infusión. Debemos recordar siempre utilizar un dispersante.

La miel: 2 o 3 gotas de aceite esencial en una cucharilla de miel (5 ml), que mezclaremos antes de la absorción por vía bucal, es una forma agradable de tomar los remedios aromáticos por vía oral.

El sirope de arce funcionará igual de bien que la miel. Un terrón de azúcar moreno no refinado también es un excelente consistente para que se le añadan 2 o 3 gotas de aceite esencial antes de disolverlo en la boca, donde las moléculas aromáticas serán reabsorbidas por vía sublingual (por la circulación sanguínea bajo la lengua) y distribuidas por todo el organismo.

Los comprimidos neutros se utilizarán de la misma forma, pero también se pueden ingerir para lograr una acción general.

Las tinturas madre de plantas (soluciones alcohólicas de plantas, generalmente al 10%), así como otras soluciones de alto contenido alcohólico, son adecuadas para diluir en ellas las 2 o 3 gotas de aceite esencial. Las tinturas añaden sus propiedades específicas a las de las moléculas aromáticas. En este caso es útil precisar que la Aromaterapia (terapia por el uso de esencial de plantas aromáticas y no por los aromas), forma parte de un término más genérico: Fitoterapia. Un término que se encuentra también con frecuencia es «Fitoaromaterapia», ya que indica claramente el carácter inseparable de estas dos medicinas alternativas.

Los aceite vegetales son excipientes ideales para los aceites esenciales, ya que sus propiedades físico-químicas son muy similares. Los aceites esenciales se pueden mezclar en cualquier proporción con los aceites vegetales y viceversa. Por tanto, es muy recomendable hacer disoluciones al 1, 3, 8, 20 y 50% de aceites esenciales en uno o varios aceites vegetales. Estos también serán seleccionados por su calidad superior. Los mejores aceites son aquellos obtenidos por la presión en frío, ya que sus ingredientes no habrán sufrido ninguna alteración durante el tratamiento. La elección de aceites vegetales va en función de la acción terapéutica perseguida tras la aplicación tópica de los aceites esenciales.

Las cremas pueden recibir concentraciones de aceites esenciales que varían del 1 al 30% en función de su fracción “grasa” (carácter lipófilo). Si, por el contrario, la fracción acuosa (carácter hidrófilo) es importante, la integración posible de los aceites esenciales será raramente superior al 10%.

Los geles, excipientes no grasos muy agradables, se fabricarán con una concentración en aceites esenciales y aceites vegetales que no superará el 10-12%. Los principales geles utilizados son los geles de carbopol (con un 1-2% de carbomero) y los geles de metilcelulosa.

Las ceras especialmente concebidas para la fabricación de supositorios y de óvulos con aceites esenciales, permiten la administración de remedios de aromaterapia con un máximo de eficacia, un mínimo de intolerancia y el mayor respeto hasta estas quintaesencias absorbidas, en primer lugar, por las venas hemorroidales, y después, principalmente por la vena cava, antes de ser llevados por el organismo a través de la circulación sanguínea general. El interés de esta vía de administración –la más apropiada- se explica porque evita el paso del aceite esencial por el tubo digestivo, que modifica ligeramente la estructura bioquímica bajo la acción de los jugos y encimas digestivas.

Como recordatorio, un supositorio que se introduce con la punta en primer lugar está, en realidad, colocado al revés y tendrá, por tanto, tendencia a ser expulsado rápidamente. Colocado con la punta hacia fuera, el supositorio se adaptará perfectamente a la forma de la ampolla rectal y permanecerá allí sin problemas. Más del 90% de las personas lo ignoran y utilizan, en consecuencia, esta vía de administración de manera muy incómoda:

● Un supositorio de 1 g para bebé puede contener 2 o 3 gotas de aceite esencial.
● Un supositorio de 2 g para niños de 4 a 8 años, puede contener 3 o 4 gotas de aceite esencial.
● Un supositorio de 2 g para adultos puede contener de 4 a 6 gotas de aceite esencial.
● Un óvulo vaginal de 4 g puede contener de 8 a 12 gotas de aceite esencial.

La posología normal (2 o 3 supositorios por día y 1 o 2 óvulos por día) varía evidentemente según diferentes criterios como el peso y la importancia de la patología.

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